sábado, 7 de diciembre de 2013

Comentario poema Ulises, de Francisco Bejarano

Ulises, de Francisco Bejarano. 

El peregrino solitario vuelve
después de haber ganado un mundo propio.
Por el camino de albariza llega
hasta su casa, pero ya no es suya,
ni ha salido su perro a recibirlo
hasta morir al verlo de alegría. 
Tanto tiempo empleó ganando un reino
que el reino que dejó se fue en el tiempo. 

Fue el dueño de estos campos, fueron suyos
los almendros en flor, las amapolas
bajo el aire de marzo, los arroyos
de las lluvias tempranas del otoño.
-¿Y nada es mío ya? ¿De dónde vienes
buen peregrino? -De ninguna parte,
pues todo estaba aquí. Lentos sus pasos
en silencio desandan el camino. 

En este poema de versos endecasílabos se nos cuenta la historia de un peregrino que vuelve a su casa, pero una vez allí nadie le recuerda, ni es ya su hogar. Se nos dice que es solitario, por lo que deducimos que ha perdido a sus compañeros. Ha conseguido conquistar un mundo fuera de Ítaca, de su ciudad, pero, haciendo referencia a la Odisea, ni siquiera su perro le reconoce (en dicha obra este animal es el único sabe quién es). 

En los dos últimos versos de la primera estrofa vemos un aforismo que sirve de conclusión, empieza y termina igual, y vemos un paralelismo basado en las dos palabras más destacadas: tiempo y reino. En la segunda estrofa en cambio desarrolla el reino que perdió, todo de aspecto rural, con paisajes y elementos bucólicos. 

Los últimos cuatro versos nos plantean un problema, ya que suponemos que se trata de un diálogo entre el peregrino Ulises y otro viajante u otro habitante de la ciudad, pero la puntuación que utiliza es confusa, y hace que parezca que habla consigo mismo o que es incoherente. Además, la respuesta que proporciona es una incongruencia, no tiene relación ni sentido una parte con la otra: "De ninguna parte, pues todo estaba aquí". Podríamos modificarlo para que quedara mejor y más claro, y obtendríamos algo así:

-¿Y nada es mío ya? -¿A qué vienes,
buen peregrino? -A ninguna parte,
nada mío queda aquí. 

Otros recursos que podemos encontrar son el vocativo "buen peregrino", el soliloquio de Ulises explicando su vuelta, y la personificación de los pasos (al calificarlos de "lentos") cuando el narrador vuelve a tomar la palabra. 

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